sábado, 19 de abril de 2008

ÁMBITO Y OTROS POEMAS

ÁMBITO

Porque te recuerdo doblemente ensombrecida
como a los vidrios diluidos por la noche, marcados,
intocados por el agrio hálito de la espera,
como a la línea que une los espacios,
como las noches vanamente inútiles y
grises como el gris que las entorna.
Porque tenemos la insondable, inquebrantable distancia
que nos une, esfera de luz lanzada en el asfalto,
inconclusa como tu propio gesto y como el tiempo.
Porque fluyes como un río y te detienes, exacta
tú, en tu palabra misma, y entonces
eres
salada como tu piel marina, como tu hombro curvo,
como una línea gráficamente demostrable,
como el ámbito que conformas con tu cuerpo:
conocida y siempre extraña. Remota. Tú.
Por todo esto, dime, si no es esa
la limitación de tu palabra ante las cosas.
Dime si no es este tu nombre, acaso.

(1984)





POEMA

Allí donde moran tus pasos
tú pueblas el aire en torno de gaviotas.
Tu voz habita el paisaje, como todos los días,
y se resuelve en el agua que por ti besa la playa.

Y para borrar tus huellas, sobre la arena quieta,
antes que caiga la noche viene un viento de lejos:
es la aurora vespertina que recorre la tarde
como un alba nocturna que secuestra la playa.

(1990)






ADENDUM

Tus ojos visitan las cosas, con el ocaso,
como el relente que habita la arena y el horizonte;
mas, de pronto, un súbito viento
transita en tu pálida huella y despierta
el rojo tramar de los cangrejos
que pueblan desde siempre en la playa solitaria;
es entonces cuando perdura el cardumen
que ilumina las aguas de tu orilla salada
con el brillo lejano de una estrella marina;
y mientras la oscuridad desciende
sobre la arena abandonada
y el furor del mar apaga
el último grito de las gaviotas
que escorzaron el aire dibujando la mañana,
en tu clara mirada los ojos del mundo anclan la noche
y mansamente tu imagen reverbera en el aire
como un rumor de siglos.

(1990)





RETRATO OVAL


Recuerdo tu figura
nítida y radiante como tu voz.
¿Se me olvidan los detalles?
(Mediodía,
hay color en las ventanas
altas al ramaje y a la luz).

Evoco tu cuello en el aire,
desnudo bajo tu frágil pelo;
el color, el calor, el tacto
de tu piel bajo mi mano sediciosa,
y tus ojos y tu boca, dibujados,
así como tu nombre sobre el papel que escribo.
Evoco eso
o tu recuerdo que perdura en mi memoria
caminando entre sus hilos como un sueño.

Pero, dime, ¿respiras? ¿Vuela
tu imaginación sobre párpados y objetos?
Entonces, siente la fluidez del viento
en la mañana.
Cante tu voz en el aire
que te envuelve en el entorno
fugaz.

(1990)





QUE DA SORPRESA A LOS DÍAS


Tiento de pronto tu sonrisa
entre mis manos presurosas,
como un jarrón muy preciado
y bebo en él tu voz
como un suspiro quedo
que conjura mis labios.

Y recorro en tu beso
la levedad de mi tiempo,
y descorriendo una nube,
como aligerando tu pelo,
voy resolviendo la tarde
bajo tu voz callada
que da sorpresa a mis días.

(2008)






PERCIBO TU SONRISA


Percibo tu sonrisa,
justo entre tus labios,
como una enredadera.

Te percibo a ti,
detrás de tu sonrisa,
como un brote de vida,
fresca, marina, tal vez salada,
como un acantilado
que cada tarde en la aurora
va refiriendo el ocaso
y reformula los días.

Y tras ese gesto alado,
como una gaviota aleve
descolgando las mañanas,
en ti, perduras intacta.
Clara, en tu sonrisa, eres.

(2008)





PUEDE VAGAR MI CUERPO


Puede vagar mi cuerpo,
con su mortaja a cuestas,
encendido y solo, murmurando,
con su soledad impropia,
como un galeón insepulto
en oscuros mares sepulcrales,
absorto e iluminado,
claro, bajo una tormenta,
anclado en este negro cielo,
insondable o circunspecto,
como una oquedad marina.

Sombra sobre sombra, inmóvil,
hueso sobre hueso, apabullado,
pulpa maltrecha y deshilachada,
como un terrón que se desangra,
así voy pasando en el tiempo
con mi sepulcral distancia
de velamen y madero corroídos.

Soy la tormenta agreste
que me hundió entre los sargazos.
Soy la pútrida carne
de esta madera anclada
a mi designio de ser
muerta materia de sueños navegando,
bogando quizá otros mares, otros mundos,
otras vidas, calafateando mi orgullo
que hoy ondea en la noche
como insepulto cuerpo
de irreconciliados mares.

Marinos muertos pudren
sus fríos huesos en mis cabinas
y suben y caen como las horas,
lentamente ambarinos,
con el líquido vaivén entumecido
de tus mareas espectrales,
hasta guarecer callados
sobre mi piel malsana
como un recuento de tardes
que retroceden las horas.
“Fueron otros los tiempos”,
Parecen decir los huesos,
“Yo no era este”, “Yo era otro”,
“Yo quería”.

¿Cómo cobijar el dulce
perdón que no atormenta los días,
y hace de la rutina
cura feliz a la infamia,
si mi sonrisa tiene
el agrio hálito de mi suerte,
signo feraz que me acompaña,
mácula tozuda que me aliña?

¿Puedo vagar por mi cuerpo,
como en un estanco abandonado,
recorriendo los rincones
angostos de recuerdos idos
y también las especerías,
estanques y vericuetos,
con sus colores marchitos
bajo la observancia cierta
de esta humedad repleta?

Para evocar tu paso,
vivo de ti enamorado,
mar, la mar, oceánica y marina,
tú, que lastraste mis sueños,
arreando mis mástiles rotos
y precipitándome a ti,
bajo este súbito, resignado canto,
contrito salmo que te alaba
como un brillo inexplicado
en esta, tu estación cerrada.

Estás hecha de sorpresas,
como una palabra alada o
el rumor de tu voz perdida,
que aun convence por las tardes
y persuade, alambicada,
al cardumen y a los animados
seres que te escuchan
sin tener agallas para negarse
al canto de tu caracola marina,
mientras navego en tus aguas
con mi mente siempre al garete,
fondeándome, reconcentrado.

(2008)






VERDADERA


Deambulando en el viento capturo tu sonrisa,
como un claro resquicio que me deja tu estancia,
apaciguando contigo mis vientos oscuros
y mis sombras perdidas y mi ser que se apaga.

Subyugando los días, como un caballo marino,
voy remontando las crines de tu marea salina.
Y confiscando tus pasos de convexa tesitura,
mi hálito marchito se disuelve en la tarde
viendo pasar navíos que trasuntan tus aires
y confabulan auroras y disipan los días.

Tú configuras la mañana de brazos extendidos,
dando magnitud al viento que toca tus mejillas.
Y pertrechando las horas con insolentados sueños,
vas por tu vereda salada reflejando tu imagen,
cargada de tesoros subacuáticos, confesando los días
y las noches fosforescentes de connotaciones perversas,
que son ascuas de fuegos perdidos que por ti fueron fatuos,
nadando con tus misterios y tus zonas prohibidas,
u orillando en ti misma, marginal y traviesa,
como un murmullo perplejo, de género, que reivindica
el aleteo inmarcesible de tu cintura marina.

Dando estatura al horizonte,
con tus pies
constituyes el mundo,
anclando con tu huella un orbe
de elaborados momentos en tus playas infinitas.
Y, en la neblina que convocas, al contraer tu marcha,
la cercana tesitura que acaricia tus labios,
disemina tu presencia y recoge tu pelo,
lamido y disperso siempre por las olas cumplidas,
y se amalgaman los días
en tus márgenes verdaderos.

El rumor fecundo de tu esencia marina
engolfa y configura, entonces, tu palabra en la tarde
dispersa como tus pies en el agua contrita,
cercana como un susurro de tu palabra cierta.

Verdadera.

(2008)





VACÍO


I

Que no se agote mi voz
como una oquedad vacía.
que no se agote ante el murmullo
de mis querencias y tus pasos idos.
Que viva siempre
alerta, en pie, impertérrita,
como un canto al canto del camino,
auscultando el mundo con un ojo,
ojo avizor que insistente otea,
niño vivaz, juventud preclara,
ojeando el mundo como quien hojea
los días cálidos y las tardes quietas.


II

Ida que hayas sido,
ausente que eres, infinita,
transitando en mi memoria,
alada, al lado mío,
puedo transitar tus pasos
aún en tu ausencia austera
y, con mi memoria,
perennizar tus pies,
descalzos sobre la faz del mundo.

Voy acariciando los días,
y acariciando tus dedos, te persigo,
geografía sinuosa
aún en tu detalle austero, y,
como un ruego terso, terso juego
que me embriaga en miramientos,
te contemplo, te deseo y digo:
¿Miento, tal vez, cuando afirmo
(afirmando mi palabra en tus recuerdos)
que eres dulce, salada y uterina,
como el festín marino con que habitas
este perlado cuenco: la mañana?.
¿Miento si digo, te suplico o ruego,
para que retornes tu mirada
como una plegaria que,
rodeando al alba la musita
con voz temprana o aun callada
para que, con calmosa brisa,
vayas construyendo madrugadas?


III
Como persiguiendo el día,
así te recuerdo,
vestida de aromas y sonrisas,
en esta callada liturgia
de los días a los días
de parafernalia plena.

Puedo alcanzar tus pasos y,
con mi voz, tu ausencia.
Puedo crear tu piel con mi mirada
y verte arder,
ejalbegada como la arena y,
como el mar, mojada.
Puedo verte correr
y perseguir la mañana
con tus pasos menudos
desnudando madrugadas.

Sin embargo, todos los días
vas recorriendo estas playas que te agotan
con olas y marismas y brisas que llegan
con un rumor de lejos y agrio sabor de tiempo,
engolfando en tus pasos la bisutería
de otras playas infinitas u olvidadas.


IV

Perenniza en tus pies estos lares que caminas,
breves pies ante el paso de los días,
y más breves, todavía,
ante la breve sonoridad de tu mañana.

Sé de tu perfume que se aleja,
bienhechor y cantante
como un cuenco de luz feliz
en el que habita tu mirada.
Lo siento como un oleaje que repite
la brisa perenne que te abraza.
Conozco tu figura que me ignora,
descifro tu recuerdo, que dibujo con palabras,
y enaltezco tu pelo junto al viento
aun cuando mi voz no te toca.

Pero te advierto y percibo aún
en las cosas de este mundo, pues, con todo,
sabré hallarte, salobre contra el viento,
caminando horizontes, salpicada de sal y de rocío,
sonriendo al mundo que, como un animal marino,
estrechas como un racimo de uvas
perdidas al fin entre tus dedos.


V

Joven, dulce, uterina,
plena de turgencias,
posible y pasible de ser,
vas recorriendo horizontes
con tu sonrisa al aire,
vas como una bandera:
al viento y premunida de vida:
ondeando, quedas.

Y, despabilada,
Como un relente siempre,
Iluminada, siempre,
etérea y aún contrita,
siempre, siempre,
escuetamente, siempre,
reiteradamente,
en mi mente, reiterada.


VI

Configurando el planeta sobre lo que tocas,
tú vas
(bruñida de mundo, congestionada de vida,
repleto el corazón de eras terrenales
y espacios con los que bifurcas la mañana),
tú vas,
tocando la tenue superficie de los días,
o, como el canto de un árbol que al viento acaricia,
de mar y pleamar plena
(nadadora y acuáticamente femenina),
te levantas con la mañana y eres tú
la mañana misma que comienza,
el regalo matutino de los días, y eres
desde tus acantilados infinitos,
desde tus ondas oquedades submarinas
y, también, desde los confines de tu esencia diurna,
matinal y contenta junto al viento,
claro sueño que ilumina los días,
fuego ardiente que renueva semanas,
o el canto temprano que refresca los meses, y,
año a año, lustro a lustro, vas amortiguando
el paso contrito de las tardes y
la confabulación constante
del día que escamotea al día
persiguiendo al tiempo que lo guarda.

(Al viento,
tú vas rizando la mañana,
como los rizos, que, con amor,
te rizan).

Sin fin,
en ti, habitas.

(2008)





CREPUSCULARIO


He vuelto por el reino en que anduve
habitando los días como un racimo enjuto,
demorado racimo de viento taciturno
o de ceniza queda.

He vuelto, con mi palabra vieja,
corroída adherencia de lo efímero a lo efímero,
lacónico suspiro del aire que recorre
las hojas infinitas que constriñen el viento,
para que, mientras tanto, sobre lo pedestre,
se consume la vida cortejando al tiempo.

He vuelto, sí, como mi palabra y basta
para duplicar tu ausencia al pronunciar tu nombre.
Formulo, pues, en vano, tu esencia o te invento
en palabras que te invocan con oquedad genitiva.

Soy la estación que te aguarda al final de las horas,
el verso quedo que consigna tus días,
la suplica feraz que abandona las tardes
y suplicante aguarda tus crepúsculos muertos,
mientras, con tu palabra ausente,
abandonas mi vida.

(2008)







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